domingo, 27 de enero de 2013

35 años después… ¿si no está escrito no lo hago?



“La Ciencia avanza que es una barbaridad” y la Enfermería, como disciplina científica, también, aunque más despacio de lo que nos gustaría.

Desde 1977 estamos en la Universidad y, ahora, tenemos acceso al Doctorado, el máximo título académico que nos abre de par en par las puertas a la investigación.

La brecha entre investigación, desarrollo teórico de la disciplina y la práctica es real y se intenta reducir. La práctica en base a los resultados de las investigaciones, la famosa Práctica Basada en la Evidencia, no acaba de implantarse en los lugares de trabajo.
La realización de planes de cuidados, el uso de terminología estandarizada es de difícil comprensión para algunas enfermeras.

¿Cómo es posible que un profesional que ha sido formado en la Universidad para todo ello no sea capaz de realizarlo?

¿Hay una especie de fobia o miedo colectivo a traspasar “el techo de cristal” (que no sabemos donde empieza) por posibles represalias? Algo similar a ese miedo que se observa en muchas personas que, ante cualquier acto político o de defensa de derechos sociales, ven pululando a su alrededor los fantasmas de la Guerra Civil española.

Sólo así podría tener algo de sentido (casi ninguno), que un enfermero de las últimas promociones universitarias, ante la petición de los familiares de que se levante a su familiar al sillón, como se hizo en los días anteriores, diga que no es posible “porque el médico no lo ha escrito en el tratamiento”.

Si no es capaz de realizar esta simple intervención por un “Riesgo de deterioro de la integridad cutánea” o “Riesgo de síndrome de desuso”, para qué hablar de “Deterioro de la movilidad”, “Intolerancia a la actividad”, “Desequilibrio nutricional por defecto” o de “Dolor agudo” y, ya no te digo nada de “prescripción enfermera”.

Luego nos quejaremos de que la gente nos ve como ayudantes del médico… ¡Si hay enfermeros que se lo creen!